12/08/2013

The Sphere



La primera vez que la vi estaba avanzando lentamente por la calle que queda a una cuadra del dique. La escultura parecía a lo lejos flotar ingrávida sobre un pasillo de espejos, al principio supuse que la peatonal estaba vacía porque el frio de invierno combinado con la pequeña llovizna había obligado a todos a buscar cobertura en la compañía de un buen café o en la calidez de una cama de hotel, pero el sol recién había caído y todavía seguía iluminando las nubes más altas en el cielo haciéndolas brillar en un naranja tornasolado. El frio neón que saltaba de blanco a azul eléctrico creaba una especie de bruma fantasmagórica que rodeaba la esfera, de lejos era un punto gigante y tan brillante que dolía al verlo, a medida que uno se iba acercando a la escultura las líneas se iban haciendo más tenues y con los ojos acostumbrados al brillo se podía distinguir un fondo metálico que armaba a la esfera. Los patrones de los dibujos que marcaban sus neones eran caprichosos pero reglados, como si ella misma quisiera romper sus propias reglas usándolas como herramienta, los tubos de neón parecían barrotes cilíndricos que formaban en circunferencias concéntricas una especie de prisión.

No sé por qué ese era el lugar más solitario de los 4 diques pero en ese momento advertí que la peatonal estaba vacía aunque el puerto estallaba de concurrencia y las luces de los edificios linderos estaban apagadas dejando que solo la luz de la esfera ilumine los doscientos metros que la contenían. No había ningún negocio abierto en esa calle, solo sus fachadas daban testimonio de la existencia de los mismos, ni siquiera había algún transeúnte descansando en los bancos que poblaban el paseo. Parecía como si la esfera se encargara de echar a todo ser vivo de sus dominios. Sin embargo me sentía atraído por ella y decidí acercarme. Un leve zumbido iba creciendo a medida que me aproximaba a su base, en la cual no encontré inscripción alguna. 

¿Qué hacía que nadie se acercara a ese lugar? ¿Porque me sentía tan atraído a la esfera? Las preguntas rondaban en mi cabeza y zumbaban a la par de el latido de alta frecuencia del neón, empecé a caminar alrededor de ella, tratando de encontrar una explicación de sus dibujos y  a medida que orbitaba alrededor note los patrones cambiaban casi imperceptiblemente. Busque conexiones eléctricas al las luces, fundaciones de la estructura de chapa, algún tablero eléctrico que la alimentase, algún indicio del mecanismo que lograba que la esfera cambie de patrones o  alguna pista de su origen y significado, todo fue en vano, la esfera permanecía encerrada en su propio misterio zumbando fluorescencia celeste, inerte a su entorno, sumisamente cambiante.

El sol termino de esconderse y la calle se torno aun más oscura, yo seguía parado frente a la esfera atrapado por sus infinitas formas y por mis infinitas teorías que trataban de explicarla, en un momento no me pude resistir e intente tocarla, quería saber la temperatura de los tubos de vidrio los cuales asombrosamente estaban al alcance de la mano. Sabia previamente que los tubos de neón son alimentados con alta tensión y a medida que el camino del neón era más largo era más la tensión que se les tenía que aplicar para hacerlos brillar. Estos tubos eran tan infinitos como imposibles. 

Lentamente acerque la mano a la esfera que de pronto empezó a brillar intensamente justo en el lugar en el cual estaba acercándome para tocarla, el zumbido empezó a mutar de un tono estático a una especie de respiración agitada que iba subiendo mas y mas a medida que me iba acercando. Cuando estaba a milímetros de tocarla los tubos se unieron instantáneamente escondiendo el fondo metálico, la esfera exploto en color cegándome repentinamente, un golpe eléctrico me hizo caer de rodillas, trate de recomponerme rápidamente, y aunque seguía aturdido, alcé la vista por última vez para observarla nuevamente,  los patrones se habían transformado en letras, un texto en todas direcciones en una tipografía que no conocía, pero que me resultaba familiar. La bola se apago repentinamente solo para volver nuevamente con un destello a su patrón habitual. Sentí que me quitaba algo en ese parpadeo, es lo último que recuerdo de ese día.

De vez en cuando paso cerca de la escultura, la calle sigue desierta, los negocios sin abrir y solo su luz espectral ilumina el ambiente, pero advertí que en los momentos de gran pesar la esfera está apagada y yace inerte en  medio del paseo, en cambio en los días más felices de mi vida, puedo descubrir su brillo incluso del otro lado del puerto. Nunca me volví a acercar a la esfera pues creo que ella me ha robado el alma y la ha aprisionado dentro de sus tubos luminosos.

 A veces el lugar más seguro es el lugar que nos encierra.






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